sábado, 11 de abril de 2015

Lo Siento

Hola.
Llevo abandonado a este blog casi 4 meses, y ya tenia que retomarlo. Para empezar: he cambiado el blog, ahora se llama http://saywildestdreams.blogspot.com.es/?m=1
Espero que me vaya mejor con ese blog y que continúe en Blogger un poco más. Ahí voy a subir no solo mi historia, sino también reseñas y cosas de esas. Apreciaría que me perdonaseis y ddisfrutéis del nuevo blog

MUCHOS BESOOOS!! :*
       
                    Paula

domingo, 19 de octubre de 2014

Capítulo 8

Wiii!!!! Estoy totalmente en racha. Sí, chicos, Paula ha vuelto con ulnuevo capítulo. He decidido que cada semana uno nuevo, asi que aquí me tenéis! Este es un poco más corto, pero bueno, no me daba tiempo a más. Espero que lo disfrutéis y no olvidéis comentar!


CAPÍTULO 8



Coral pega patadas a una gran caja de cartón para que caiga el contenido. Mira hacia la izquierda y ve mi cara asombrada y llena de miedo. Agarro la mano de Moos y grito:

  -¿Qué haces? ¿Por qué no me consultaste lo que ibas a hacer?

  -Porque sabía que no eras capaz de pensar algo bueno, y como el Basurero es el vínculo más fuerte que tienes con Moos, había que destruirlo.

  -Esto es increíble -empiezo a gesticular con las manos -. No me creo que no confíes en mí.

  -Lo siento, de verdad. Lo recogeré todo y quedará como nuevo, ¿vale?

  -Está bien.

  Al final Coral lo recogió todo y quedó impecable (todo lo impecable que puede ser un montón de basura apilado). El día pasó rápido y ahora estoy aquí, sentada al lado de Keloo, hablando sobre lo que pasó ayer.

  -No le dijiste nada a nadie, ¿a que no? -le digo esperando que así sea.

  -No lo sabe nadie. Te lo prometí, Willow, deberías confiar más en mí.

  -Apenas te conozco -le digo mirándole con una sonrisa en la cara.

  -Pero yo a ti sí te conozco.

  La sonrisa desaparece y le miro intrigada.

  -¿A qué te refieres?

  -Sé que tus padres han muerto.

  Pum. El corazón me golpea el pecho al oir nombrar a mis padres. Me da vueltas la cabeza y no entiendo lo que quiere decirme con esto.

  -Salió en la televisión ayer por la tarde. Lo vio todo el mundo.

  -No sé si me he explicado bien -dice acercándose a mí y juntando las manos -. Yo sabía que esa fábrica iba a estallar antes de que lo hiciera. Yo sabía que muchas personas iban a estar ahí dentro, incluidos tus padres. -separa su cuerpo del mío para ver mi reacción.

  -Eso no es posible. A menos que... seas un espía... -susurro. Empiezo a encajar piezas y es la respuesta más lógica que se me ocurre. -¡Un maldito espía del Capitolio!

  Dirijo mi puño hacia su cara y le doy en toda la mejilla. Mientras que él se agarra con dolor la parte dañada, aprovecho para tirarle al suelo y ponerme encima suyo. Keloo consigue cambiar posiciones y me deja inmovilizada.

  -No soy lo que crees -jadea, seguro.

  Me vuelvo a agitar intentando quitármelo de encima.

  -No vengo del Capitolio. Solo intento ayudarte.

  -¡Mentiroso, te odio!

  Lo único que pienso es en la muerte. Me convertirán en avox, me dejarán morir de hambre o me torturarán con extrañas máquinas.

  -Sí, somos espías, pero de otra organización. No tengo nada que ver con el Capitolio.

  -¿Somos? -pregunto.

  -Yo y unos cuantos más. Panda, Leevy, Ebbry y Noir -me suelta y se sienta, preparado por si vuelvo a intentar golpearle -. Pretendemos derrocar al Capitolio.

  -Eso lo intentamos todos los distritos.

  -Ya, pero nosotros vamos directos a la sede de control.

  -¿Qué es eso?

  -La mansión presidencial. Ya tenemos instalada a Ebbry como secretaria de la presidenta, un cargo muy importante.

  No sé si debería creer todo lo que Keloo me dice, ya que hace un minuto pensaba que era del Capitolio, pero soy demasiado confiada y creo que dice la verdad.

  -¿Por qué me cuentas esto?

  -Porque te necesitamos, Willow. Tienes que venir con nosotros y ayudarnos.

  La cabeza vuelve a darme vueltas y pienso que, si no tuviera a Evinniss y Cumma para cuidarlos, me iría con Keloo. Aunque necesito más detalles.

  -¿Por qué a mí?

  -Eres la única que puede sernos útil. Tu cerebro es increíble, y has podido entrar en un recinto cerrado (la playa), sin que te vea un agente de la paz.

  -Pero... es que yo... -empiezo, pero no me salen las palabras.

  -Al menos piénsatelo, ¿vale?

  -Un momento -digo, parándole -. ¿Quiénes eran los de la organización?

  -Noir, Leevy, Pand...

  -¡Leevy! -grito -¡Reconozco ese nombre, va al colegio!

  -Hay muchos Leevys en el mundo, preciosa.

  -No, no, tiene que ser él. Vamos a su casa a ver si lo reconoces.

  Me pongo en pie y le agarro del brazo, tirando de la manga de su camisa para que se mueva.

  -Willow, de verdad que no. No puede ser él, está en el Distrito 4.

  -No tienes nada que perder.

  -Está bien -dice en tono resignado.

  Keloo termina de levantarse y me sigue a paso rápido. Si es cierto todo este rollo de los espías, espero comprobarlo con Leevy. Voy la primera para indicar el camino, y él detrás mío va silbando.

  -Oye, ¿si es verdad que es el Leevy que buscamos, cómo es que estás tu aquí? Podría haberme dicho el Gran Mensaje él, ¿no crees?

  -No. Ya te he dicho que es imposible que sea él. Está en el 4.

  Puede que haya muchas personas llamadas Leevy en el mundo, pero hay nombres muy originales, y a la gente no le gusta copiarse. Seguramente haya mantenido una identidad secreta ante mí como un completo imbécil, para después ser el héroe de Panem con otros cuatro tipos.

  Cruzo una calle y giro a la derecha. Me dirijo hacia la puerta y llamo. Alguien contesta desde dentro: "¡Ya voy!". Se oyen pisadas fuertes bajando de unas escaleras y cinco cerrojos moverse al otro lado de la puerta. Abre el propio Leevy, y en vez de mirarme a mí, centra su mirada en Keloo.

  -Hola -empiezo -, Leevy, este es Keloo.

  -Encantado -dice sin mucho entusiasmo.

  Leevy mira inquisidoramente a mi compañero abriendo y cerrando mucho los ojos. Keloo se acerca a mi oído y susurra:

  -Es él. Oh, mierda, es él.

  -¿Hay algún problema? -pregunto, apartándolo de la puerta.

  -¡Claro que sí! Mira, se suponía que estaba muerto, pero te dije que estaba en el Distrito 4 para que no te enteraras. Llevamos sin contactar con él desde hace dos años.

  -¿Y por qué me has dicho que es de la organización?

  -Porque para nosotros estaba desaparecido, no muerto del todo. Hasta que no se confirmara lo contrario, estaba desaparecido.

  -Pues lleva en el colegio conmigo desde hace dos años.

  Keloo se acerca a la puerta y agarra a Leevy de la camiseta. Lo arrastra hasta fuera y lo tira al suelo.

  -¿Qué se supone que has hecho estos años, eh? Absolutamente nada. No ha habido ni un solo día en el que Ebbry no haya llorado por ti, y tú aquí, dejando que el Capitolio se hiciera cada vez más y más fuerte. ¡Ingrato, traidor! -grita Keloo. Da una patada a la espalda de Leevy, y este, chilla y se retuerce. Después otra, y otra. -¡Desagradecido! ¡Te he dado lo mejor y lo has malgastado! ¡Eres un...!

  -¡Basta! -grito, y me abalanzo sobre Keloo para parar la pierna que no deja de patear a Leevy -¡Basta ya! Te estás comportando como un animal.

  Keloo jadea y se queda quieto, mirando con odio al pobre Leevy, que acaba de escupir sangre en la hierba.

  -Vale -empiezo, con voz tranquilizante -. Se acabaron las peleas. Los dos vais a volver a vuestro lugar secreto, o lo que sea, y a mí me vais a dejar en paz. No pienso ser una espía y dejar aquí a mis hermanos.

  -Willow, por favor, te necesitamos -dice Keloo.

  -¿Qué está pasando? -pregunta Leevy.

  -¡Cállate, imbécil! -le grita Keloo.

  -Sin peleas, ¿os acordáis? -replico. -Tengo que irme, lo siento.

  Esta vez Keloo no me sigue, ni me pide que me quede. Tan solo mira al suelo mientras que yo me alejo hacia mi casa.

  -Hola Willow -dice Cumma en cuanto entro -, te estábamos esperando.

  -¿Ah, sí? ¿Para qué?

  -Es que nuestro charlajo Carbón ya ha vuelto.





domingo, 12 de octubre de 2014

Capítulo 7

¡¡HOLAA!! Buff, estoy emocionadídima porque creo que es el capítulo más largo que he escrito en mi vida, así que me siento súper orgullosa. También decirles a Shiinna, Nacho y Paula yuna que no me he olvidado de sus premios, pero es que los tengo empezados desde el móvil y no sé cómo nominar a otros blogs para que cuando alguien pinche en el nombre, llegue directamente al blog indicado. Si cualquiera sabe cómo hacerlo desde el móvil, os lo agradecería muchísimo.

Lo siento también mucho por tardar pero no es porque yo no quiera subir capítulo, es porque se me ha estropeado la bateria y he tenido que comprar una nueva.

Sin más dilación:




  En cuanto Cumma se da cuenta de quiénes son las personas que lee dificultosamente, se pone a llorar. Lo cojo entre mis brazos y calmo sus hipidos y lágrimas descontroladas. Las mejillas me arden e intento no llorar, pero impidiendo las lágrimas, solo consigo que suban a más. Abrazo más fuerte el pequeño cuerpo de Cumma. No puedo entender cómo ha surgido un fallo en la central; tengo el ligero presentimiento de que todo ha sido culpa del Capitolio. Siempre es su culpa.
  Mis padres están muertos.
  ¿Y qué hago yo ahora? Tengo a Cumma, un niño de seis años con problemas psicológicos, y ahora más que nunca. Tendrá su infancia llena de recuerdos horribles, y madurará demasiado rápido. Igual que yo... Pero seguramente no recordará mucho de esta tragedia cuando sea mayor, lo sé. Pero la realidad es que ahora solo estoy yo. Mis hermanos dependen únicamente de mí. No sé cómo conseguir comida, ropa, algo de dinero... Y menos ahora con la guerra. Sólo conseguiré que metan a Evinniss y Cumma en un orfanato con agentes de la paz.
  Me seco las lágrimas de la cara con la manga de la chaqueta y me siento al lado de Evinniss, con Cumma todavía agarrado a mí. Abrazo a los dos y ellos me abrazan a mí, como si nuestra única salida fuera esa. Permanecemos varios minutos en esa posición, y después, me levanto.

  -Tenemos que hacer algo -digo muy seria -. No nos llevarán a un orfanato. Vamos a resistir.

  -¿Y cómo pretendes hacerlo, estúpida? -pregunta Evinniss, no con su carácter egocéntrico e irónico, pero sí con hipidos, lo que me da algo de pena.

  -Necesitamos ayuda de algún tipo. No conocemos gente rica del distrito (y menos del Capitolio), así que mientras pensamos en algo, la comida deberemos reservarla y que no se agote. Podemos pedir alguna cosa a nuestros amigos.

  -Vale -dice Evinniss poniéndose en pie -. ¿Entonces no hay plan? ¿Moriremos de hambre, nos llevarán al orfanato?

  -Yo no he dicho eso.

  -Tus palabras lo dicen todo. La comida escasea, no hay dinero. ¿Cómo pagaremos el colegio?

  Me rindo. Ya no sé qué decir. Me ha pillado con el dinero. Mis padres conseguían lo justo y necesario para vivir.

  -No..., no lo sé.

  Evinniss me mira y sacude los brazos.

  -Perfecto. Estamos destinados a morir porque no tienes nada dentro de la cabeza.

  -¿Y por qué no piensas tú algo? ¿Por qué me dejas a mí todo el marrón? -grito acercándome a él y poniendo un dedo en su pecho. -¿Si tan imbécil soy por qué no nos dices qué haremos ahora? ¿Eh?

  Se queda muy recto, supongo que asimilando todo. En vez de responder, da media vuelta y se mete en su cuarto. Me quedo de pie, pensando en lo mal que se comporta Evinniss conmigo, porque sabe que soy más lista que él.

  -¿Qué vamos a hacer? -pregunta Cumma tímidamente.

  Le miro y veo que está un poco asustado, puede que por los gritos que hemos pegado.

  -Mira, -empiezo, sentándome a su lado -va a ser un poco difícil seguir adelante sin papá y mamá, pero juntos podremos, ¿vale?

  Él asiente con la cabeza.

  -Muy bien -hago una pausa -. No le puedes contar a nadie que papá y mamá se han ido... porque podrían pasarnos cosas muy malas. Será un secreto solo de nosotros tres.

  -Vale.

  Lo beso en la cabeza y lo acerco hacia mí. Le abrazo y apoyo la barbilla en su pelo.

  -Todo saldrá bien...

  Me muerdo el labio inferior y dejo mi mirada puesta sobre un cuadro azul. Un paisaje con nieve azulada, brillando bajo una luna plateada. Hay varios pinos desperdigados por lo lejos, con pequeños trozos de cristal y nieve reflejando luz de diamantes preciosos. Las estrellas brillan y parpadean; parece que se mueven con cada toque de rayo lunar. Y detrás de los pinos, unas montañas se encuentran con las estrellas, conversando sobre nevadas y otras delicias invernales.
I
  El cuadro parece estar en movimiento todo el tiempo, consiguiendo hipnotizarme. Lo pintó mi madre cuando Evinniss y yo teníamos apenas dos años, creo que en el Distrito 10, porque allí es muy frecuente las nevadas en invierno. Pensar en mi madre hace que llore en silencio, pensando en todas las veces que no le dije que la quería. Que la quería un montón. Pero ya es tarde.

  Suelto a Cumma y me meto en mi cuarto, en la cama. Sigo llorando hasta que me calmo poco a poco, y me duermo...

          *               *               *

  Me despierto tranquila, pensando en un buen día, pero toda la felicidad se desvanece cuando la imagen de mis padres me viene a la cabeza. Empiezo como siempre, solo que ya no sé que mis padres están trabajando, ahora me miran y me dicen: <Levántate>. Lo hago y me visto. En la cocina veo a Evinniss darle un bollito industrial a Cumma. Solo puede desayunar eso, se acabará la comida...

  -Hoy llevo yo al pequeño -digo mirando a Evinniss.

  -Vale -contesta en tono muy seco, sin ni siquiera mirarme.

  Cojo a Cumma de la mano y lo saco fuera. Vamos andando hasta la parada del autobús. Esperamos unos minutos, y cuando llega, me meto en la parte izquierda del principio, con mi hermano a mi lado. Coral me mira asombrada, desde el otro lado. Veo de reojo que pretende decirme algo, pero se encoge de hombros y mira por el cristal. Respiro, aliviada de que no tenga que explicarle nada.

  El trayecto se me hace corto; me paso todo el tiempo con la cabeza apoyada en el respaldo y con los ojos cerrados. Mi mano acaricia el pelo rizado de Cumma. Cuando dejo de oír el traqueteo, abro los ojos y me levanto. Llevo a Cumma a su clase y después me voy a la mía.

  Paso casi todo el tiempo pensando en mis cosas, sentada en la dura superficie de madera de mi silla. Ni Coral ni Enddria pretenden acercarse a mí para decirme algo. Con mi expresión les he dejado bien claro que no me apetece hablar. Recreo. Salgo corriendo hacia las escaleras para que no me siga nadie, y entro en la pequeña puerta que da al Basurero. Paso entre papeles y cartón, esquivo una huevera de plástico rota y vacía, aplasto con la mano una manzana pocha. Sacudo el brazo entero y me limpio en las paredes de suciedad y basura. Cuando me estaciono en la parte en la que Moos y yo nos sentamos, me mantengo callada. Me abrazo las rodillas y oigo un crujido. Más bien un papel arrugarse. Me habrá seguifo Coral, seguro, porque no puede verme triste sin hablarme. Pero a quien veo es completamente distinto, su pelo rubio aparece detrás de una columna y lo reconozco de inmediato.

  -Hola. Sabía que estarías aquí -comenta.

  -Cállate, Moos.

  -No me voy a ir hasta que escuches lo que pasó ayer.

  -No quiero que hables conmigo porque sé lo que sucedió. Después de decirte que no quería nada contigo me besaste. ¡Me besaste, Moos! No tienes ni idea de lo humillada y enfadada que me sentí.

  -Fue Leevy.

  -¿Qué? -pregunto, confundida.

  -Él me dijo que lo hiciera. Que así te conquistaría.

  Me quedo unos segundos sin decir nada, mirándome los pies.

  -Sigo sin perdonarte. ¿Por qué le hiciste caso al imbécil de Leevy? Te creía más inteligente...

  -Mira, de verdad que lo siento. No debí hacerle caso. Perdóname.

  Lo dice bastante arrepentido, con mucha pena en sus palabras. Ahora lo entiendo todo.

  -Te gusto.
 
  -Sí -responde, mirándome.

  -De verdad.

  -Sí.

  -Vaya... -miro sus ojos azules -Te perdono. Ven aquí.

  Le cojo un brazo y lo acerco a mí. Le abrazo fuerte, y ya estoy deseando contarle todo lo que pasó ayer por la tarde. Él me abraza también y coloca su barbilla en mi hombro.

  -Gracias, gracias. Lo siento mucho, Willow. Gracias.

  De repente una pared de basura a siete metros de mí empieza a balancearse suavemente, para terminar cayendo. Moos y yo miramos estupefactos todo tirado por los suelos (y no es que antes no estaba así de asqueroso). Las demás columnas van haciendo lo mismo que la primera, caen todas.

  -¿Qué está pasando? -pregunta Moos.

  A modo de respuesta, Coral aparece en la entrada del Basurero. Se me había olvidado que íbamos a vengarnos.


miércoles, 27 de agosto de 2014

Capítulo 6

Hola tributos!! Qué tal vuestro día? Espero que muy bien. Este capítulo es más bien corto, pero como el anterior fue el más largo que escribí, lo compensa. Disfrutadlo.
Muchos besos ♡

CAPÍTULO 6:




  Ojos marrones, pelo dorado. Keloo tiene sus facciones bien definidas, se podría decir que lo han creado los ángeles. Escala como un mono yendo a por su plátano en el gran árbol con raíces ensortijadas. No es de este distrito, es del 13, encargado de la industria nuclear y minería de grafito. Huyó porque sus padres y su hermano murieron en una explosión nuclear provocada por el Capitolio a medio distrito.
  El 13 es el que se está llevando lo peor de esta guerra. La culpa es de sus soldados; la semana pasada llegaron a las calles de alrededor de la mansión presidencial con un prototipo de aerodeslizador, y lanzaron bombas, matando a decenas de personas. Los agentes de la paz capturan a todos los soldados posibles y hacen una tortura pública y televisada para cada uno de los capturados.
  La primera tortura es la peor de todas, para mí. Los soldados capturados son atados a camillas blancas. Los cirujanos de la presidenta cortan y mutilan sus lenguas, para que no vuelvan a hablar jamás. Después, los convierten en esclavos mudos para la gente rica del Capitolio, llamados avox. ¿Se puede ser más cruel? Piensan que es una manera de controlarnos y tenernos a raya en todo momento. Pero claro, tengo 14 años y no es que entienda mucho de política.
  La segunda tortura es emocional. Es poco habitual, conocida como secuestro. Consiste en usar veneno de rastrevíspula para crear confusión mental, no distinguir lo real de lo falso. Los recuerdos de sacan, se alteran y se vuelven a guardar en su cerebro. En otras palabras, llenan los recuerdos más preciados de miedo y duda, para luego enviarles de vuelta con sus familias siendo una persona completamente distinta. Es difícil de arreglar, pero creo que ha habido un par de casos en los que se han curado.
  Y por último, la tercera tortura es la mejor de todas, la que todos desearían si les atrapara el Capitolio: la muerte. El método más rápido y menos doloroso. Me despedí de Keloo y le volví a pedir que jurara q no le contaría a nadie de mi existencia. Él lo prometió por su madre muerta. Ahora voy caminando por la calle en la q está mi casa.
  Abro la puerta y me encuentro a Evinniss en la cocina cubierto de pienso del pájaro de pies a cabeza.
  -¿Te pasa algo en el cerebro? -le grito.
  -No, ¿por qué?
  -¿Tú qué crees?
  -Ya vienes cabreada, ¿otro chico te ha rechazado?
  -Para empezar, ningún chico me ha rechazado, y no lo he pedido a nadie que salga conmigo. Y no estoy cabreada.
  -Entonces tiene que ser otra cosa...
  -Cállate ya, Evinniss.
  Me fijo mejor en la ropa de Evinniss y en el suelo. Todo lleno de pienso. ¿Qué se supone que han hecho estos chicos?
  -¡Cumma, ven aquí ahora mismo!
  El niño aparece por el salón, con el bote de la comida del charlajo en la mano.
  -Explícame qué ha pasado aquí.
  -Pues... que como Carbón se ha ido, he pensado que no íbamos a utilizar más la comida, así que Evinniss y yo hemos hecho una guerra de pienso en la cocina.
  -Vale -digo, pensando -. Pero igualmente vais a tener que recoger todo este desorden. Ahora mismo.
  Ellos me hacen caso (incluso Evinniss), cogen una escoba con pelos deshilachados y barren todos los granitos. Subo a mi cuarto y dedico el tiempo libre que me queda a estudiar y a idear una venganza para Moos. Tiene que ser algo bueno, algo que le sorprenda. No soy buena en estas cosas, nunca me había pasado algo así. Creo que le dejaré el trabajo sucio de pensar a Coral.
  De repente la televisión empieza a sonar en el salón. Parece ser una retransmisión de última hora. Al pasar por la cocina veo que está todo limpio. <Perfecto>, pienso. Llego al saloncito y mis hermanos están sentado en el sofá viendo en la tele lo que parece ser un bombardeo a una fábrica. Oigo sonidos explosivos fuera de la casa, y es cuando me doy cuenta de que la televisión está en directo aquí, en el Distrito 5. Vuelvo la vista a la pantalla y veo humo, fuego y personas chamuscadas intentando salir del desastre. El comentarista dice que se ha provocado por un cortocircuito que había pillado desprevenida a todas las personas que hay allí.
  Lo siguiente que veo es una larga lista de nombres en orden alfabético pasando rápidamente delante de mi vista. Consigo leer algo: Hazel Robins, Emily Fonna, Ryan Ezol...
  Y entre esos nombres distingo a mis padres.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Capítulo 5

¡¡HE VUELTO!!
Sí... ya lo sé, he tardado una eternidad en poder subir, pero en mi defensa diré que se me da fatal blogger, así que no he podido subir antes.
También estoy en la playa, solo hay wifi en un chiringuito y solo voy ahí por las mañanas.
Por cierto, no sé que le ha pasado a esto pero no puedo comentar, así que lo haré por aquí. Lo primero, decirle a Shiinna que estoy preparando el premio de Maravillas en el País de las historias, cuando lo tenga te aviso. A Gin Rodríguez, gracias por leer esta historia (bastante mal hecha) y espero que te guste.

Y sin más dilación: CAPÍTULO 5


Me aparto su brazo, le doy un fuerte pisotón en el pie y me voy corriendo. En mi cabeza se forman miles de palabrotas para descibrir a Moos. Todavía intento asimilar lo que ha pasado. Me besó, se declaró mi pareja delante de mis amigas ¡y me besó! Uf, tantas emociones en un día pueden conmigo.
  -¡Willow! -oigo gritar detrás de mí.
  No me paro, sigo corriendo hasta clase y me meto en ella. Coral llega a mi lado. No la veo porque tengo la cabeza entre mis brazos, pero puedo escuchar su respiración agitada de la carrera. Me duelen los pies, no tanto como mi corazón agarrado por una mano invisible que me impide pronunciar palabra. Ya no sé cómo se respira durante unos instantes.
  -¿Estás bien? -me pregunta acariciándome el pelo suavemente.
  -No.
  -Ya sé cómo te sientes. Que nos hayamos enterado así de tu relación con Moos...
  -¿Qué? -le grito en la cara. -No estamos saliendo. Se lo ha inventado.
  -Vaya, pues ese beso parecía muy real.
  -Es un idiota.
  -Es tu mejor amigo.
  -He dicho que un idiota.
  No puedo intentar imaginar por qué lo ha hecho. Es que..., yo quería ser feliz con él. Una pareja bonita y feliz. Pero no, Moos sabía que no había besado a un chico en la vida y quería que fuera especial, de película.
  -¿Quieres que nos venguemos?
  La cara de Coral es todo un poema. Me mira como si hubiera tenido una iluminación.
  -No puedo creer que eso haya salido de tu boca. ¡Estoy tan orgullosa! ¡Por supuesto, soy la mejor en las venganzas!
Me da un fuerte abrazo, para después salir por la puerta dando saltitos ridículos. Sino fuera mi amiga, diría que viene del Capitolio. A veces puede resultar demasiado alegre, creerse superior a los demás o sacarme de mis casillas, pero es una buena amiga, de las pocas que tengo debido a mi timidez, y no la cambiaría por nada.
  Salgo de la clase y voy directa al baño, para secarme las lágrimas. En cuanto termine el recreo, me iré a mi casa con mis dos mejores amigas y analizaremos el problema de los charlajos. Sin chicos. Bueno, sí, mis hermanos, pero ellos no cuentan. Cojo una cantidad enorme de papel y me limpio la cara. Vuelvo a pensar en que esto está mal, que la guerra no sirve para nada. El papel viene del Distrito 7. Si seguimos así no tendremos nada. El pescado del 4, los tejidos del 8, los cereales del 11. Nada. Termino de secarme bien y tiro el papel a la basura. Salgo al pasillo y veo que ya todos entran en sus clases. Enddria se acerca a mí y me coge de un brazo.
  -Coral me lo ha contado. Se va a cagar.
  Me doy cuenta de que se refiere a la venganza. Ya... tengo algo planeado. Entro en mi clase agarrada del brazo de Enddria y voy a mi mesa. Moos está sentado en mi silla, ordenándome los libros.
  -¿Se puede saber que haces? -le escupo en la cara.
  -Te ayudo a ordenar. -dice sin ni siquiera mirarme.
  -Vete de aquí ahora mismo.
  -¿Y si no quiero?
  -Pues te echo a patadas. Déjame en paz, eres un idiota, eras mi mejor amigo, ¿por qué me has hecho esto? -digo, suplicándole.
  -Oye, yo solo quiero lo mejor para tí.
  -Pues no quiero. Vete.
  -Está bien. Te diré la verdad.
  -No quiero que me hables. Lárgate.
  -Sólo escúchame, por favor.
  -¡He dicho que te vayas! -grito. Nos hemos quedado solos.
Moos se levanta, me mira y sale de clase. Recuerdo como respirar porque estos últimos minutos no me han dado tiempo para pensar cómo se hacía. Cojo la mochila ordenada por Moos y salgo yo también. ¿La he fastidiado? ¿Tendría que avergonzarme de mí misma? Ha sido todo su culpa, pero a lo mejor me he pasado. Es mi decisión no volver a hablarle. Si me pidiera perdón, a lo mejor me lo pensaría. Una buena venganza es lo que necesita.
  Recojo a mi hermano Cumma del parvulario y nos vamos a casa.
  -¡Will, espera! -grita la voz de Evinniss.
 Cuando llega a mi lado le pellizco en el moflete.
  -¡Ay!
  -Te he dicho mil veces que no me llames Will en el instituto, suena a William.
  -¿No quieres que tus amiguitos sepan que no eres guay?
  -Cállate.
  -Pobre Will...
  -Cállate.
-¿Qué haría ella sin sus amigos?
  -Cállate, ¿no lo entiendes?
  -Claro que lo entiendo. ¿Entiendes que te seguiré llamando Will?
  -Sube, Cumma -le digo al pequeño aupándomelo en la espalda. -Vamos a casa antes de que nos contagien la fiebre de la inmadurez.
  -¿Qué es eso? -pregunta.
  -Lo que tiene Evinniss.
  -Ah. ¡No quiero que me lo pegue, corre! -dice, alterado.
  Las carcajadas salen de mi boca y cuando paran agarro bien fuerte a Cumma y salgo corriendo. La adrenalina me corre por las venas. Teniendo en cuenta que estoy llevando a un niño pequeño en brazos, no sé muy bien lo que significa la adrenalina sino un sentimiento de libertad, como lo que nos cuenta a veces el padre de Coral sobre la guerra. Es militar y la última vez que bombardearon el Capitolio se cargaron tres edificios con personas. Estaban los militares del 5 y del 9. Murieron bastantes de los nuestros, pero dice que en esos momentos en los que están a un suspiro de la propia muerte, aprecias la vida y entiendes que esto está mal. Lo que nos hace el Capitolio está mal. No debería pasar en ningún país, en ningún lugar de la Tierra, pero el problema es que ocurre y no lo pueden remediar. Entonces él piensa todo eso, la rabia le entra y la adrenalina le sube. Increíble.
  -Eres idiota, ¿lo sabes? -grita Evinniss.
  -Claro, yo también te quiero.
Los tres nos recorremos toda la calle. Hemos perdido el autobús, aunque la casa no está lejos. Corremos hasta que no puedo soportar el peso de Cumma. Me lo bajo de la espalda y le cojo la mano. Evinniss le coge la otra y lo balanceamos hasta llegar a la puerta de la casa. Me encargo de que merienden y que hagan sus tareas. Después, me dirijo a mi habitación a escribir. Es mi pasión, después de nadar.
  Escribo largos párrafos de poemas sacados de mi mente. Escribo sobre como me siento con la guerra, mis padres que casi no existen para mí, mis hermanos, mis amigos. Así es como me desahogo. Mis amigas estarán al llegar y no quiero que me vean el papel. Lo escondo entre los libros de mi mochila y justo golpean la puerta enérgicamente. Voy a la entrada principal y abro a una sonriente Coral y a un unicornio Enddria.
  -Qué pasa -dice la segunda arrastrando la ese.
  -¿Por qué llevas un cucurucho de papel en la cabeza? -le pregunto.
  -Me gustan los unicornios.
  -Ah, claro. -respondo como si fuera normal. -¿Vamos al salón?
  Nos sentamos en el sofá y Coral empieza a hablar.
  -A ver, primero debemos plantear el problema. Los charlajos desaparecieron todos juntos hoy por la mañana, sin dejar el menor rastro. ¿Qué os dice esto?
  -Nada. Yo creo que se han muerto todos por una epidemia que no percibían los humanos. Y algún animal se los comió. -responde Enddria.
  -Hay que ver lo sanguinaria que eres. -la reprocha Coral. -¿Tú que crees, Willow?
  -Ni idea. Pero no estoy de acuerdo con Enddria. Por aquí no hay muchos animales, y ninguno se habría comido un pájaro muerto.
  Seguimos discutiendo el tema durante una hora entera llena de teorías estúpidas. Yo no opino mucho, solo cuando me preguntan. El resto del tiempo lo dedico a pensar mis propias fantasías. Una bombilla metida en el último cajón de mi cerebro se ilumina. ¡Ya lo tengo!
  -¡Chicas! ¿No os habéis parado a pensar una cosa muy sencilla? ¿Quién nos lo ha dado?
  -¿El qué? -pregunta Enddria.
  -Los pájaros. Nos los han dado el Capitolio.
  El ángel de la lógica les golpea en la cabeza con un martillo bien grande. Genial, angelito. Los ojos y la boca se les abren mucho y consiguen articular palabra. Seguro que se sienten un poco tontas por haberles dicho algo tan simple como eso.
  -Es cierto, ha sido el Capitolio. Siempre ha sido él. -susurra Coral.
  -Oye, yo tengo que irme ya -dice la unicornio. -¿Te vienes Coral?
  -Sí, claro.
Me dan las dos un beso en la mejilla y salen por la puerta.
  -¡Pensaré en algo y te lo diré mañana! -me dice desde lejos la morena.
Espero que se le ocurra algo bueno, pero lo que está claro es que todo ha sido por el Capitolio. Maldita presidenta Paminosa...
Seguro que han sido sus científicos los que los han creado. Me imagino a varias personas con batas y máscaras blancas cogiendo un pobre pajarito negro atado a una cama enorme y blanca también. Le meten jeringuillas con una aguda punta, cortándole en la fina piel para hacer lo que quieren con él. Charlajos. Ahora esos seres me repugnan. ¿Cómo pueden una personas hacerle eso a un animal indefenso? Son crueles, despiadados. Aunque no creo que utilicen pájaros, porque no lo son. Son unos mutantes, mutos para abreviar. No comían, ni bebían. No piaban, apenas se movían. Eso no son pájaros normales.
  Dejo mis pensamientos para luego y decido salir fuera. Primero vigilo lo que están haciendo mis hermanos. No mucho, Cumma se entretiene con sus escasos juguetes y Evinniss lee un libro. Espera. ¿Evinniss? ¿Leyendo un libro?
  -¿Qué haces? -le pregunto acercándome. Seguiré sin creérmelo hasta que no me lo diga él.
  -Leer.
  -¿Estás enfermo?
  -No. Está interesante.
  -Ya, claro. Espero que no ocultes nada malo.
  Decido irme y olvidarme del tema. Solo quiero estar tranquila lo que me queda de tarde. En mi habitación abro el armario y saco de una caja vieja marrón descolorido un bañador azul marino de cuerpo entero. Me lo pongo rápidamente y lo oculto con unos pantalones largos negros y una chaqueta que me queda un poco grande. Vacío la mochila, pero dejo dentro el papel con el que he escrito hoy, junto a un lápiz. Me la cuelgo a la espalda y me dirijo a la puerta. Salgo y corro hacia la playa. La pequeña porción del Distrito 4. Nuestra playa es de piedra, y prefiero esta que la de arena del 4. Con arena es mucho más incómodo, se mete en todos lados, pero aún así me encanta ese distrito. Ojalá viviera ahí, todo el día pescando, nadando y comiendo marisco. Nunca lo he comido, pero hasta el nombre me sabe a mar. Las piedra a veces son demasiado duras para sentarse, pero cuando me acostumbré, no era tan horrible.
  Llego al límite de la larga hilera de casas descolocadas y me paro en la alta valla, con bucles de alambre de espino en la parte superior. Respiro el aroma a sal, y hago un esfuerzo para convencerme que esto no está mal, sólo soy una adolescente queriendo disfrutar de esta vida en los distritos. No quiero morir sin hacer algo contra el Gobierno. No quiero ser la niña buena. Willow, la chica empollona, amable e ingenua. Porque eso es lo que opina la gente de mí. No soy ingenua. Me meto entre la maleza y descubro el hueco que hice hace un par de semanas.
  Meto la mochila primero, y luego voy yo. El espacio es pequeño, pero teniendo en cuenta que soy delgada, entro sin dificultad. La playa está prohibida por el Capitolio y ahora nadie se atreve a entrar desde hace un par de años. Para mí es el único lugar en el que me siento en casa. Ni una sola persona ha aparecido por aquí en este tiempo. Termino de salir hacia las rocas. Me sacudo la arena de los pantalones y me encamino a la orilla por la pasarela de madera. Está bastante desgastada, y eso que solo la he utilizado yo. Sigo andando con el rechinante sonido en los oídos, que da paso al rugido de las olas. La marea se eleva en las rocas de mi izquierda, mojando todo lo posible. Si me llegara a poner ahí, acabaría muerta en segundos. La pasarela se acaba justo donde acaba la arena; el resto son piedras. Me quito las deportivas y las cojo en la mano. Empiezo a correr hasta llegar a la orilla, meto un pie en el agua y el frío me recorre el cuerpo. Me encanta esta sensación. Dejo la mochila y las zapatillas en el suelo, junto a la ropa que me he quitado. Meto un pie, el otro. Luego las rodillas, la tripa, y la parte más difícil: los hombros. Echo la cabeza hacia atrás y la meto unos centímetros. Abro los ojos y todo mi mundo se llena de luz. Aquí abajo del agua, está mi vida. Quién soy. Los rayos del atardecer perfilan el agua y todo se difumina en uno. Es hermoso. Si pudiera viviría aqui, pero los pulmones empiezan a apretarme en el pecho. Saco la cabeza y doy una bocanada de aire cargado de sal. Meto el cuerpo entero, y nado hasta la arena del fondo. Me doy la vuelta para ver la luz, mientras que mi cuerpo flota hacia la superficie. Repito el proceso varias veces, y cada vez me gusta más. Después floto como un muerto entre las olas que me mecen suavemente, como si de un trozo de madera fuera. Apoyo los pies en el suelo y dirijo mi mirada a mi mochila. Un chico, más o menos de mi edad me observa. ¿Cuánto tiempo lleva ahí? Esto es peligroso, se lo dirá a sus padres, que se lo dirán al alcalde de nuestro distrito. O peor, al Capitolio. No me puede estar pasando esto, debo actuar rápido. Decido usar una táctica que no he probado en la vida, pero que podría funcionar. Seducirle. El mero hecho de hacer eso me repugna; no tengo otra opción. Empiezo saludándole con una de mis mejores sonrisas. Él me responde sacudiendo la suya. También sonríe, voy por buen camino. Salgo del agua y me siento a su lado.
  -Hola.
  -Hola.
  -¿Qué haces aquí? -pregunto. Creo que ha pillado la indirecta de que se largue.
  -No sé. Me he encontrado un hueco en la valla y he entrado. Luego te he visto nadar. Eres muy guapa.
  Su cumplido me halaga, pero no puedo dejar que me seduzca él a mí. Ese es mi trabajo.
  -Gracias. Tú también eres guapo.
  Acerco mi mano a su mejilla y le acaricio. Él no la aparta, pone su mano encima de la mía.
  Mi plan va por buen camino. Sigo acariciando mientras me veo cogerle su mano, darle la vuelta y ponérsela en la espalda, inmóvil. Vuelvo a mentalizarlo y lo pongo en práctica. En cuanto lo tengo en una posición bastante incómoda para él, me grita.
  -¿Qué se supone que haces, loca?
  -No vas a venir aquí para quedarte mi territorio. Esto es mío y punto, ¿vale? Y no pienso volverte a ver en la vida, así que cuando te suelte vas a irte y no le contarás a nadie nada, ¿entendido?
  Él vacila un poco antes de contestarme.
  -Está bien.
  -Bien. -respondo.
  Aflojo un poco su brazo y dejo que se siente.
  -Ya puedes irte.
  -Solo dime tu nombre.
  -No. Te vas a ir porque si sabes mi nombre, se lo dirás al alcalde.
  -Te juro que no le diré a nadie nada.
  Ahora soy yo la que dudo. Si se lo digo podría delatarme; si no se lo digo también me delataría. Las dos opciones son pésimas, pero no tengo nada que perder.
  -Willow.
  -Willow... -dice, pensando. -Un nombre precioso.
  -¿Y tú? -digo olvidando que es mi prisionero.
  -Keloo.

lunes, 30 de junio de 2014

Capítulo 4

HOLIIII!!! Qué tal? Yo muy feliz por... todo en general. Jajaja. Que sepáis que me ha costado muuucho hacer el capítulo (3 días nada mas y nada menos) y POR FIN CAPÍTULO 4. *Aplausos*.
Gracias, gracias. Sin más rollos (me enrrollo mucho,  lo sé), aquí está.


     CAPÍTULO 4


Moos, Moos, Moos. Mi cuaderno está lleno de esa palabra. He incumplido mi promesa de no enamorarme de él. Lo que me faltaba, en plena guerra pudiendo morir cualquiera de nosotros cuando al Capitolio le dé la gana. El profesor sigue escribiendo en la pizarra como si no hubiera un mañana problemas de matemáticas de lo más básicas. En vez de eso, me limito a pensar en todo lo que ha pasado en los últimos mil años.
  Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar llamado Norteamérica. Pero se deterioraba poco a poco por desastres naturales, sequías, tormentas, incendios y mares, y la brutal guerra por hacerse con los pocos recursos que quedaban. El resultado fue Panem, con su Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó la paz a los pocos ciudadanos que sobrevivieron a las guerras. Entonces han llegado estos días, en los que la gente de los distritos nos hemos rebelado contra el odioso Capitolio. Nos tratan como a sus esclavos, como si fuéramos escoria humana. Ahora estamos  en la peor parte: están empezando a lanzar bombas en algunos distritos que causan daños irreparables, tanto de personas como de edificios. Lo han hecho ya en el 3, el 8 y el 9. Solo espero que no hagan lo mismo en el nuestro; aunque no sé que es peor: ser esclavos de esa gente horrible o acabar muerta en esta guerra.
  Otro dato curioso es la ropa. Al principio el Capitolio y los distritos llevábamos ropa normal. Es decir una camiseta y un pantalón de cualquier color, con un abrigo en invierno o con unas sandalias en verano. Pero el Capitolio cambió mucho durante esos años. Primero empezó con la moda de los tatuajes que se fue haciendo más extremo hasta llegar a un punto en que la gente llevaba diamantes incrustados en el cuerpo o colores de todos los tipos desde tener la piel verde oliva hasta lila. ¡Son unos completos monstruos! Hay personas (si es que se pueden llamar personas) que se tiñen de rojo pasión y parecen que sangran. Por su acento de  altibajos con exagerados ademanes no sé muy bien qué decir. Es raro y no tengo ni idea de dónde ha salido. También llegó la moda de la ropa más estrafalaria. Llevan mariposas, flores gigantescas, coches enormes, ¡todo tipo de ser viviente o construcción lo llevan en sus "lujosos" trajes! No sé cómo no se dan cuenta de que a los demás nos parecen monstruos.
  -¡Willow! - me grita Coral, sacándome de mis pensamientos. Es famosa por sus pedazo gritos en el colegio. - ¿Vas a levantarte de esa silla o te vamos a tener que sacar en volandas?
  Aparecen Enddria y Moos a su lado, mirándome.
  -Hasta se quiere quedar en los descansos a estudiar. Tu siempre de sobresaliente. - me dice él riéndose. Es que es adorable... Pero, ¿qué? Me he vuelto loca, decidido, hoy me voy a un psicólogo. ¡Me he enamorado de Moos! Me hago una nota mental de que tiene que dejar de gustarme. No puedo ser la novia de mi mejor amigo porque luego cuando cortáramos, nuestra amistad se acabaría (sí, es la verdad, dos de cada tres parejas no acaban bien).
Lo mejor es olvidarse del asunto para siempre. Aunque no sé si podré evitar esa mirada tan dulce.
  -Sí, claro, vamos. - les digo a todos y cierro el cuaderno rápidamente por los grandes "Moos" apuntados. - ¿Qué habéis dado en mates? No he estado atenta.
  -Me encantan tus chistes, Will. Cuenta otro - se ríe Enddria.
  -Es verdad. No tengo nada escrito, ni siquiera me he traído el libro.
  -¡Woah! Te estás volviendo malota, ¿eh? - dice Moos dándome un empujoncito. Un escalofrío me recorre el cuerpo. - Yo te digo lo que hemos hecho. Ven.
  Me coge de la mano y me conduce escaleras arriba. En la última planta, la de los mayores, tenemos un pequeño escondite donde vamos a hablar y a veces, a comer las cosas que le robamos al profesor. No se lo quitamos realmente, solo es que estamos en un distrito pobre y más ahora en guerra, y él es muy rico. Por una manzana o un trozo de queso no se va a morir.
  Nuestro escondrijo está en un lugar al que nosotros llamamos El Basurero. Ahí van a parar todo lo que no quieren los profesores. Murales, lápices rotos, papeles varios, etc. Moos y yo nos conocimos cuando éramos muy pequeños. Los dos teníamos miedo a una niña diabólica que había en nuestra clase, así que decidimos hacernos un escondite secreto, solo para nosotros; nuestro Basurero. Solo hay una persona que sabe todos mis secretos, y esa es Moos. Todo se lo he contado ahí, y las paredes son las mejores para guardar esos sentimientos.
  -Bueno, hemos llegado. Por cierto, sabes que no hemos venido a repasar, ¿verdad? -me dice Moos, conduciéndome al interior de una pequeña puerta de cartón que construímos años atrás para tener un punto de referencia.
  -Lo sé -contesto riéndome demasiado alto, para después taparme la boca asustada. -¿Crees que nos habrán oído?
  -Te habrán oído a tí. Yo no he dicho nada.
  -¿Me entregarías a ellos?
  -Por supuesto.
  Puede que sea adorable, pero el empujón que le doy a continuación se lo merece.
  -¡Ay! -se queja.
  -Ya te vale. Sé que no me dejarías irme. -le digo acercando mis ojos a los suyos. Me doy cuenta de que nuestros labios están a pocos centímetros. Nuestras respiraciones agitadas, nuestros alientos mezclándose uno con otro.
  -Siempre estaré a tu lado. Lo prometo.
  -Júralo -susurro.
  -Lo juro.
Ahora nuestras bocas están a un pequeño movimiento de cabeza.
  -¿Quieres besarme?
Esa pregunta me saca de mi mundo feliz y vuelvo al real.
  -¡Por supuesto que no! -me doy cuenta de que es la peor contestación de amor de toda la historia. -Quiero decir, no es que no quiera, pero...
  -Pero, ¿qué?
  -Lo siento, Moos, no puedo.
  Miro hacia otro lado, esperando a que las lágrimas salgan. No quiero que nada cambie entre nosotros.
  -Vale, tranquila, no pasa nada, todo está bien.
  Me abraza suavemente y me da un beso en la frente.
  -¿Quieres que hablemos de otra cosa? -me pregunta con un tono de voz muy paternal.
  -Prefiero irme con las chicas.
  -Pues vamos.
  Esa respuesta me asombra.  Normalmente es a él al que le encanta este sitio. Pero puede que esté sentimental por lo que acaba de pasar.
  Damos media vuelta y salimos por la puerta de cartón.
  -Bueno..., me voy con mis amigos. -me dice.
  -Adiós. -digo bajito.
  -Adiós. -susurra él con el mismo tono.
  Moos es el que se va primero. Yo me dirijo al lado contrario, donde Coral y Enddria hablan.
  -...pues como te lo digo. Desapareció así como así. -Coral mueve las manos alteradamente, consiguiendo captar mi atención.
  -¡El mío también! -se asombra la otra.
  -¿De qué habláis, chicas? -las interrumpo.
  Las dos giran sus cabezas hacia mí, esperando a que les dé una buena excusa para poder interrumpir su interesante conversación.
  -Lo siento. Seguid.
  -Hablábamos sobre que nuestros charlajos se han escapado. No sabemos cómo. Desaparecieron sin dejar rastro. -empieza Coral con una voz misteriosa.
  -Mi charlajo también se ha ido esta mañana. Mis hermanos se encontraron la jaula vacía. -comento
  -Qué extraño... -dice Enddria. -¿Por qué se habrán ido todos juntos, a la misma hora y el mismo día? Creo que algo muy malo está pasando.
  -Tenemos que averiguarlo. Veniros hoy a mi casa y lo vemos juntas, ¿de acuerdo?
  -¿Y yo no puedo ir? -la voz de Moos replica. Miro hacia atrás y aparece mirándome, abriendo la boca como si quisiera decirme algo.
  Pero hace algo totalmente diferente. Me besa. Un beso dulce, sin rencor de lo que ha pasado hace unos minutos.
  -¿Os habéis enterado de que somos pareja? -dice, agarrándome de la cintura.








martes, 24 de junio de 2014

Capítulo 3

Holaa!! He vuelto con nuevo capítulo. No sé si los hago muy rápido pero es que la verdad los voy haciendo a medida que los hago en sucio, no los tengo ya hechos y voy publicando (qué va), los hago a mi ritmo. Ahora ya que estoy de vacaciones tengo un montón de tiempo para hacerlos.
No me enrollo. Aquí está el Capítulo 3!

                          CAPÍTULO 3


  Hubo una vez en la que mi padre conectó los cables de un ordenador a la antena parabólica que había fuera, en el tejado. Esa noche tenía una tormenta horrible con rayos y él quería conseguir electricidad para que el ordenador funcionara. Yo tenía 5 ó 6 años, salí y toqué el cable. Sonó un chispazo enorme y salté hacia atrás, impulsada por una fuerza superior a cualquier cosa que conociera. La verdad es que no me dolió, solo me pegué un susto de muerte y después... nada; me desmayé. Mi padre salió corriendo fuera y me cogió en brazos, entró a casa y en unos minutos recuperé el sentido.
  
  Ahora me siento como cuando me dio esa corriente eléctrica, como si se me parara el corazón.
  -¿Lo mío? ¿Con Moos?
  A Coral se le va la pinza muy de vez en cuando. Está fatal. ¿Ha descubierto lo que pasa con mi mejor amigo? La verdad es que no pasa nada...
  -Te he pillado, Willow. Hay algo que no quieres contarme. ¡Soy tu mejor amiga! Por favor, tengo que saberlo - me mira suplicante poniéndose en frente mío, impidiéndome pasar. -Me lo vas a decir o si no juro que sacaré más nota que tú en un examen.
  -¿Tú? ¿Más nota que yo? Estarás bromeando, no has tocado un libro desde que empezó el curso.
  -¡Claro que sí! Podría sacar un 10 si me lo propusiera. Soy lista, solo que no estudio.
  -Sí, eso ya lo veo...
Coral nunca ha sacado más de un 5,5. Jamás. Si estudiara seguro que me superaría, no lo dudo y además me encantaría.
  -Dejemos el tema, no sirve de nada discutir.
  -Lo único que quieres es que no te pregunte sobre Moos. No podrás ocultarlo para siempre, al final saldrá a la luz. O le preguntaré a él.
  -¡Ni se te ocurra! Díselo y te juro que me enfado contigo de por vida.
  -Vale, vale...
No puedo creer que me vaya a hacer esto mi mejor amiga. Si hubiera algo entre los dos seguramente se lo diría, pero ni si quiera confía en mí; y la odio por eso.

En clase Moos está rodeado de amigos, como siempre. Es muy sociable, cada vez que viene alguien nuevo a clase, él le hace sentirse cómodo: habla con él, le ofrece un sitio, se queda en los patios a enseñarle el colegio.
  -¡Apartaos, por favor, despejad el territorio de Don Social! - les grito a los de clase. Después de irse la multitud, la única que se queda es Enddria, otra de mis amigas. Cada semana se tiñe el pelo de un color, hoy lo lleva rosa por la cabeza y naranja en las puntas. No le queda nada mal pero es mejor que el de hace un par de semanas: todo totalmente de colorines; azul, morado, amarillo, rojo, rosa, naranja, etc. ¡Parecía un papagayo!
  -Ah, hola Enddria, me encanta tu nuevo pelo.
  -Gracias Willow. La semana que viene he pensado en ponérmelo azul. ¿Qué te parece?
  -Perfecto, me encanta ese color. ¿Me podrías dejar sola con Moos?
  -Por supuesto, luego hablamos. - se va y por fin nos deja solos.
  -¿De qué querías hablarme? - me pregunta intrigado mi amigo.
  -¿Es que tiene que haber algo de qué hablar? ¿No puedo estar contigo a solas? - me he quedado bastante ofendida. Ahora es cuando me pone una mirada de que sabe que le miento, que le quiero decir algo.
  - Está bien, me rindo, quería decirte que si te viene Coral a contarte historias de que hay algo entre nosotros, dile que no porque es verdad, no hay nada y no me cree a mí. - lo digo todo rápido y sin ni siquiera pensar lo que estoy diciendo. Se me hace muy incómodo hablar de amor con él, mi amigo de toda la vida al que le he contado cosas que nadie sabe.
  -Claro. Se lo diré.
  -Gracias.
Me acerco y me hace un hueco en su silla. Me siento y abrazo su cuello, esperando a que él haga lo mismo. No entiendo por qué no lo hace, ya que él suele ser el más cariñoso de los dos. Al final acaba cediendo y me abraza la cintura. Es tan raro, incluso para él, que le dejo que siga cojido a mí. Acerco mi boca a su mejilla y le dejo el beso que se había formado, demasiado lejos de sus labios, por una amistad verdadera, pero demasiado cerca como para confundir nuestros sentimientos. Pero, ¿seguro que le he querido darle un beso? No me he enamorado de él ¿verdad?